Hallazgo infantil: el tomate no viene del tetrabrik
Nunca pensaron que querrían tanto a una cebolla o a una zanahoria o que se morirían de ganas por comerse una ensalada o una crema de calabacines.
Nunca pensaron que querrían tanto a una cebolla o a una zanahoria o que se morirían de ganas por comerse una ensalada o una crema de calabacines.
Los padres de los alumnos del colegio público de Educación Infantil y Primaria Neill, en la barriada Santa Cristina, pueden darse por satisfechos.
Dos años de esfuerzo para crear un huerto ecológico en el patio del centro escolar han servido para que sus hijos entren en contacto con la naturaleza y aprendan a valorar las verduras y hortalizas, y a no poner mala cara cuando en el plato aparecen hojas de lechuga o judías verdes.
La idea surgió de un profesor, Francisco Tomé, que se la trasladó a los progenitores, a los que les pareció «un proyecto muy simpático», según cuenta María Jesús González, presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA).
La idea surgió de un profesor, Francisco Tomé, que se la trasladó a los progenitores, a los que les pareció «un proyecto muy simpático», según cuenta María Jesús González, presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA).
González destaca que gracias a esta actividad muchos alumnos han descubierto el origen de hortalizas tan comunes como el tomate: «Había niños a los que les preguntabas de dónde viene y respondían que del tetrabrik o de la lata».
Otros, sin embargo, son todos unos 'expertos' en esto de la siembra, como Olga Montiel, de 11 años, que señala orgullosa que ha plantado tomates en su campo. Sin embargo, la mayoría de ellos desconocía hasta ahora qué es un huerto ecológico, es decir, aquel que no utiliza productos químicos para su mantenimiento, como pesticidas o insecticidas. Como apunta Tomé, los niños «tienen una relación muy íntima» con este terreno de 200 metros cuadrados protegido por una valla y dotado de un sistema de riego por goteo. «Todos los días viene un curso a la hora del recreo y los alumnos ven cómo crecen sus plantas. Cada uno sabe cuál es la suya, le quita las malas hierbas, labra la tierra para que entre el sol y el aire y, además, aprenden los nombres de todas las especies», explica el coordinador del proyecto, que ha podido constatar que los niños «están muy ilusionados».
«Mi cebolla ya está muy grande», comenta Carmen Gómez, alumna de 6º de Primaria, que recuerda que el día que la plantó «las manos me olían muy mal». Junto a ella, Alejandro Martín, de 12 años, asegura que desde que hicieron este pequeño huerto le gustan más las verduras. «Tengo ganas de comerme mi cebolla en una ensalada», apunta.
Y es que para cada uno de los 400 alumnos del centro, las plantas, verduras y hortalizas que han sembrado se han convertido en sus grandes creaciones. «Mi hijo no para de decirme que la lechuga número 11 es la suya, que la cuidemos», cuenta María Jesús González que, como otros padres y profesores, ha participado activamente para hacer realidad este proyecto que, según el Ayuntamiento de Málaga, es el primero de este tipo en el distrito de Cruz de Humilladero y uno de los pocos que hay en la capital.
«Nosotros construimos el huerto. Los niños han sembrado y ahora se encargan de su mantenimiento y de la recolección de los frutos que vaya produciendo», explica la presidenta de la asociación de padres y madres, que también ha colaborado económicamente.
El huerto consta de tres pequeñas parcelas, en las que se cultivan plantas ornamentales, aromáticas y hortícolas. La mayor parte de los frutos saldrán el próximo verano, cuando padres, profesores y alumnos podrán saborear el resultado de tanto mimo y esfuerzo.