domingo, 23 de agosto de 2009

Gente joven "sobradamente preparada" en Málaga

Cerebros de matrícula.

No saben lo que es llevarle un suspenso a sus padres. En cambio, el pasado curso aparecieron en casa con un premio como recompensa a sus largas horas de estudio.

A unos les viene de familia. Otros encuentran su propio camino a través de sus aficiones. Pero todos tienen algo en común. Mientras las cifras sobre el rendimiento de los estudiantes españoles no dan más que disgustos, ellos sobresalen en disciplinas tan dispares como las Matemáticas, la Música, la Medicina o en todas en general.

Para ello, se esfuerzan sin esperar nada a cambio. La satisfacción personal de hacer las cosas bien y la esperanza de que todo el sacrificio les depare un buen futuro les basta para pasarse horas entre libros y apuntes. Pero, al final, el reconocimiento siempre acaba por llegar y, para algunos, lo hace en forma de premio.

Como en el caso de Antonio Ceres, uno de los cuatro ganadores de la XX Olimpiada Matemática Nacional de Secundaria. A sus 14 años, este alumno del colegio Platero puede presumir de saber más sobre Matemáticas que cualquier otro estudiante de segundo de ESO de todo el país. Y, probablemente, también tumbaría a los de cursos superiores, ya que los ejercicios de su nivel le parecen «muy fáciles».
«Los problemas que había que resolver en la Olimpiada eran como los que damos en el colegio, la única diferencia es que no nos decían cómo teníamos que resolverlos», explica Ceres. El proyecto Estalmat de la Junta de Andalucía -destinado a la detección y el estímulo del talento precoz de Matemáticas de los estudiantes nacidos a partir de 1991- así como el apoyo de sus tíos José Manuel y Ana, profesores de esta disciplina, ya jubilados, han sido los pilares sobre los que se ha forjado este genio de los números.

Todo sobresaliente
En cambio, a Illaria della Ratta nunca le han gustado demasiado las Matemáticas. Aún así, su antipatía por las cifras no le ha impedido sacar un diez de media en los dos cursos de Bachillerato. «Me costó la vida sacar buena nota en mates, pero lo logré machacando mucho», comenta esta italiana afincada en Málaga.
Un logro que le ha hecho merecedora del Premio de Educación 'Ciudad de Málaga' -en la categoría de Bachillerato- dotado de mil euros, que ha invertido en un ordenador portátil. Fue una competición muy reñida, ya que fueron seis los alumnos malagueños que se presentaron con un diez de media en el instituto debajo del brazo. «Al final, hicieron un sorteo, pero todos lo merecíamos por igual», sostiene esta alumna del IES Litoral, quien ingresará en Psicología el próximo curso. Una elección vocacional, ya que su expediente le permitía entrar en cualquier carrera universitaria, incluida Medicina, la que exige mayor nota de corte.
Esa fue precisamente la decisión que tomó Cristina Cámara hace ocho años. Ahora, es licenciada en Medicina con una docena de matrículas de honor. Semejante currículo bien merecía una recompensa y le llegó con el Premio Jesús Galán, dotado con 4.600 euros. Un galardón que reconoce a los mejores expedientes universitarios de huérfanos de médicos. «Me gustó mucho recibirlo, pero no me lo esperaba porque incluye a todas las carreras y de toda España», afirma Cristina.
Sin embargo, esta joven de 26 años no tiene la sensación de haberse perdido mucho por dedicarle cuatro horas diarias y algún fin de semana que otro al estudio. La organización es la clave para que le haya dado tiempo a hacer de todo. «He estudiado mucho, pero también jugaba en un equipo de 'volley' y he aprendido inglés y francés», señala Cámara.

Violinista
Alicia Ruiz tampoco ha tenido que renunciar a sus aficiones. Le gusta leer, ir al cine y salir con los amigos; pero su verdadera pasión es el violín, al que llegó por casualidad. «Mis padres me apuntaron al conservatorio como una de las muchas actividades extraescolares que hay y, al final, la niña les salió músico», recuerda. Para ello, ha sacrificado 14 años en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, pero lo ha hecho con gusto. Y es que lo que un día fue un hobby es hoy su forma de vida.
Le ha puesto entusiasmo e interés a cada nota que ha aprendido en sus clases de violín y eso se ha reflejado en su expediente. Con un 8,63 de media, ha sido becada por la Fundación Musical de Málaga con 30.000 euros, que empleará para continuar su formación académica durante los próximos dos años. Tiene un futuro tan prometedor como el de cada estudiante malagueño que se esfuerza por tener un expediente de ensueño.

ALICIA RUIZ, MEJOR EXPEDIENTE DEL CONSERVATORIO «La música es muy sacrificada, nunca se acaba de aprender»

Becada con 30.000 euros, continuará su formación en Oviedo y Alemania

Sus manos han dado vida a casi un centenar de obras. A sus 24 años, Alicia Ruiz lleva 14 formándose como violinista. Unos estudios que -como el resto de artes escénicas- no dan su fruto, si no es a base de dedicación. «La música es de las carreras más sacrificadas, nunca se termina de estudiar», dice.
Además, cuando se trata de llamar de puerta en puerta en busca de una oportunidad, se necesita mucha paciencia. «Las pruebas de selección para las orquestas son bastante complicadas porque el nivel es muy alto y el tribunal exige mucho», asegura Alicia, quien, pese a su talento, ha tenido que encajar algún que otro 'no'.
A pesar de ello, se muestra optimista. «No es difícil vivir de la música, todo es tu empeño y tu ilusión», sostiene. Asimismo, haber sido la mejor de su promoción en el Conservatorio Superior de Música de Málaga seguro que le dará un empujón. Con 30.000 euros como premio, hará frente a la competencia mejorando su currículo.
«Estudiaré un posgrado de interpretación en Oviedo y, luego, iré a Alemania para intentar ingresar en algún conservatorio de Colonia», planea esta joven violinista. Una preparación que espera que le ayude a conseguir plaza en alguna orquesta a nivel internacional para completar el sueño que va cumpliendo paso a paso.
«He tocado en las orquestas Sinfónica Provincial de Málaga, en la Joven de Andalucía y, como invitada, en la Joven Orquesta Nacional», resume esta joven que, además, es miembro de la orquesta de cámara de la Universidad de Málaga, donde estudia Educación Musical y acaba de terminar el doctorado.

Ensayos en el salón
Una agenda de vértigo en la que nunca han faltado las tres horas diarias de violín en el salón de su casa. «Mis padres tienen la paciencia de un santo y menos mal que mi vecina es profesora de danza en el conservatorio y me entiende», cuenta Alicia.
Una rutina que, aunque dura, le apasiona por completo. Así, aunque una vida no le baste para tocar todo el repertorio de violín, ella dedicará la suya a este instrumento. Ya sea en una orquesta, como profesora de música o con su propio trío de cámara, porque, como le dijo uno de sus profesores, «si tú le das a la música, ella te lo va a devolver».

ANTONIO CERES, CAMPEÓN NACIONAL EN MATEMÁTICAS «Aprovecho los ratos libres del colegio para hacer problemas»

A sus 14 años resuelve ejercicios por encima de su nivel de segundo de ESO

Tiene 14 años, pero ya va a la universidad. Durante cada sábado del curso, Antonio Ceres se ha levantado a las siete de la mañana para ir a la Facultad de Ciencias de Granada. Allí, le esperaban tres horas de clases de Matemáticas por encima de su nivel de segundo de Secundaria.
Pero lo que sería una tabarra para la mayoría de los estudiantes no lo era para él. «Me costaba trabajo madrugar, pero estaba muy bien porque aprendíamos cosas diferentes», recuerda este alumno del colegio Platero.
Además, en estas clases especiales dejaba de sentirse como un bicho raro para encontrarse con medio centenar de estudiantes de su edad que, como él, fueron seleccionados por el programa Estalmat de la Junta de Andalucía por su precoz talento con los números. Una brillantez que les llevó a compartir nuevas fórmulas para resolver problemas, pero también excursiones.
«Fuimos de campamento a Huelva y a Granada», comenta Antonio. Unos viajes en los que, entre juegos de orientación y canciones, también había lugar para alguna clase de Matemáticas. Una actividad lúdica muy peculiar, pero que no suponía sacrificio para este estudiante con tiempo para todo.
«También juego al tenis, leo y aprendo inglés en una academia», asegura Ceres, quien además ha tenido tiempo para ganar la XX Olimpiada Matemática Nacional de Secundaria. Una competición para la que se preparó resolviendo una media de veinte problemas a la semana.

Pasatiempo
Sin embargo, el entrenamiento previo a la Olimpiada era para él un pasatiempo, sobre todo, cuando tocaba geometría o combinatoria. «Aprovechaba los ratos libres del colegio para hacerlos y así estaba más libre en casa», cuenta Antonio, quien no ha descuidado el resto de asignaturas.
De hecho, ha acabado segundo de ESO con mayoría de sobresalientes y un par de notables. «Sólo necesitaba una hora al día para estudiar y hacer deberes, mis propios compañeros se sorprendían al ver que estudio menos que ellos», comenta este alumno que en unos años volverá a la universidad. Eso sí, entonces lo hará para estudiar alguna carrera relacionada con las Matemáticas, como Física, y dedicarse después a la investigación.

CRISTINA CÁMARA, 12 MATRÍCULAS DE HONOR EN MEDICINA «El hábito de estudiar es algo que me viene de familia»

Hija y hermana de médicos, tuvo clara su vocación desde pequeña

Acostumbrada a ver batas blancas desde que tenía uso de razón, Cristina Cámara no se planteó otra cosa en la vida que no fuese curar a la gente. «Desde pequeña tenía muy claro que quería ser médico», recuerda esta malagueña de 26 años.
Una vocación que encontró en casa, ya que es hija de un traumatólogo y una anatomopatóloga. «Es la que da el diagnóstico final, por ejemplo, en las autopsias o las biopsias», explica, mostrando una natural semejanza entre el vocabulario familiar y el profesional.
Pero los tecnicismos médicos no han sido lo único que ha heredado de sus progenitores, sino también el hábito de estudio necesario para llegar a entenderlos. «Mi casa ha sido siempre como un colegio», bromea Cristina.

Buen ejemplo
Aunque su padre falleció cuando era pequeña, ella y sus dos hermanas siempre han imitado la forma de estudiar de su madre, hasta en los contenidos. Al final, las tres niñas de la casa son licenciadas en Medicina y, en el caso de Cristina, con doce matrículas de honor.
«Son muchas horas de estudio, pero las echamos todos, sólo que luego unos tienen más suerte que otros», dice. «Es duro porque echaba cuatro horas de lunes a domingo, pero también descansaba para aprovechar mejor el tiempo de estudio», agrega.
Un sacrificio compartido con sus hermanas, aunque cada una haya elegido una especialidad distinta. «Mi hermana Isabel es odontóloga y mi hermana Elena acaba de terminar la carrera», comenta Cristina, quien actualmente hace la residencia en Oftalmología en el Hospital Príncipe de Asturias de Madrid.
«Es una rama preciosa, que incluye cirugía y clínica», cuenta esta estudiante que se enamoró de su especialidad durante unas prácticas obligatorias de la carrera. Una experiencia que fue sólo un adelanto de todas las horas de hospital que tiene por delante para curar e investigar problemas como el glaucoma, una patología del ojo que deja a las personas ciegas y sobre la que versará su futura tesis doctoral.

ILLARIA DELLA RATTA, NOTA MEDIA DE DIEZ EN BACHILLER «Con sólo leerme un texto, ya me lo sé de memoria»

Estudiará psicología para ayudar a la policía a esclarecer crímenes

Con un diez de media en el Bachillerato y un 9,26 en Selectividad, Illaria della Ratta tenía todas las papeletas para convertirse en médico, abogada o economista. O eso pensaban sus profesores del instituto Litoral. Sin embargo, esta estudiante de origen italiano ha elegido Psicología como la profesión que piensa ejercer en un futuro.
Poco más de un seis le bastaba para ingresar en esta carrera y ella se ha pasado de rosca, pero asegura que no le ha costado mucho trabajo. «Memorizo muy rápido, con sólo leerme un trozo del texto ya me lo sé», declara. Así, gracias a esta especie de don, Illaria se preparaba los exámenes a una semana vista.

Atenta en clase
«También me ayudaba coger buenos apuntes y atender en clase porque luego ya sólo tenía que repasar», reconoce. El silencio sepulcral en casa y un amuleto de San Pío son los otros secretos que le han ayudado a terminar el instituto con la calificación de matrícula de honor.
«También es importante reservar tiempo para salir a divertirte con los amigos, sobre todo en época de exámenes», agrega esta joven de 18 años. Y es que a pesar de sacar buenas notas, Illaria no tiene pinta de estar aislada de sus compañeros de clase, sino todo lo contrario. «Nunca me han tratado de forma diferente, además, siempre les ayudo en lo que puedan necesitar», comenta.
Precisamente, su actitud abierta y sociable siempre le ha llevado a plantearse profesiones en las que hablar con la gente resulta fundamental. «De pequeña quería estudiar Traducción e Interpretación, luego pensé en Periodismo y, al final, me decanté por Psicología», recuerda Illaria, quien baraja especializarse en criminología o en el ámbito laboral.
«Me gustaría trabajar al lado de la policía para ayudarles a entender el porqué de los crímenes más complejos», planea esta estudiante, que descubrió su pasión por el funcionamiento de la mente humana en las clases de Filosofía del instituto. Asignatura en la que, por supuesto, también sacó un diez en el examen final.

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