Tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas prestaron especial interés en fomentar la protección de los derechos humanos para evitar que situaciones como las vividas en este conflicto se volvieran a repetir. Fruto de esta inquietud fue la aprobación el 10 de diciembre de 1948 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que parte de la consideración de que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los seres humanos.