Acudir a clase es para muchos estudiantes malagueños un verdadero viaje en el tiempo. Sus institutos, los más antiguos de la provincia, esconden joyas del pasado que pasan desapercibidas entre el ajetreo académico. Reliquias polvorientas de una educación de otra época que sirven para conocer cómo eran las aulas y qué materias se estudiaban en una Málaga ya olvidada.
Libros del siglo XVIII, utensilios científicos del siglo XIX, maquetas de maquinaria agrícola, arquitectura decorativa e incluso verdaderos museos de historia natural, formados por centenares de animales disecados, son algunos de los tesoros ocultos de institutos como el Vicente Espinel -antiguo Gaona-, Nuestra Señora de la Victoria en Martiricos y San Estanislao de Kostka de El Palo, además del IES Pedro Espinosa de Antequera.
Un paseo por el laberinto de aulas y sus archivos nos descubre algunas de sus piezas más valiosas. Artículos que, a pesar de los años, todavía se conservan gracias al trabajo paciente e invisible de algunos profesores y bibliotecarios que limpian y restauran con mimo instrumentos y libros que la mayoría de las veces han encontrado escondidos en un armario.
Libros del siglo XVIII, utensilios científicos del siglo XIX, maquetas de maquinaria agrícola, arquitectura decorativa e incluso verdaderos museos de historia natural, formados por centenares de animales disecados, son algunos de los tesoros ocultos de institutos como el Vicente Espinel -antiguo Gaona-, Nuestra Señora de la Victoria en Martiricos y San Estanislao de Kostka de El Palo, además del IES Pedro Espinosa de Antequera.
Un paseo por el laberinto de aulas y sus archivos nos descubre algunas de sus piezas más valiosas. Artículos que, a pesar de los años, todavía se conservan gracias al trabajo paciente e invisible de algunos profesores y bibliotecarios que limpian y restauran con mimo instrumentos y libros que la mayoría de las veces han encontrado escondidos en un armario.
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